El Territorio, la Casa

Notas sobre mi inconsciente personal y la primera etapa de la individuación

En esta entrada comparto el Newsletter del mes de septiembre 2024, donde hablo de mí en relación al conflicto central de mi inconsciente personal: la pérdida del Territorio, la lucha por el Espacio, la Casa. Algo que representa, además, el cuadrante físico a conquistar, el primer guardián de la individuación.

Para que ocurra lo que queremos en nuestra realidad, el primer paso es sentar las bases. Este año (para mí, año personal 22/4) me tocó la gran prueba de enfrentarme a la verdad y poner los pies sobre tierra firme.

Lo que no está basado en algo propio, tarde o temprano se cae porque se rige por las reglas de lo general, del otro.

El 4 no sólo es la estructura sino también la casa. Y si la casa es compartida, tiene que estar basada en acuerdos firmes. El 4 además es estabilidad, son las patas que sostienen una estructura y las ruedas que hacen andar parejo un vehículo; está relacionado con la pareja porque es el par que se une y forma algo mayor, los 2 pies de uno y los 2 pies del otro caminando juntos.

Esta entrada del Blog es el Newsletter de septiembre. Este mes fue la bisagra de un proceso de larga data. Tenía escrito algo antes pero me estaban pasando muchas cosas y preferí escribir sobre este proceso en tiempo real, hasta el último día.

El mes de septiembre visto en el calendario gregoriano corresponde al 9. Pero, desde sus orígenes, el nombre remite al 7 con el prefijo “sept” . Además, para mí es un mes personal 4 dentro de un año 4. Representó esas tres cosas.

En septiembre tuve que calibrar mis ruedas y alinear el eje, se dio la prueba final de la estabilidad que debe sostenerse sobre 4 patas y 4 ruedas alineadas (arquetipo 4), para movilizarme y encontrarme a mí misma, encontrar mi Verdad en mi propio espacio-tiempo (arquetipo 7).

Fue un mes de final y cierre (en relación al 9) porque tuvo que morir mi identidad vieja, corté lo que me impedía vivir esa verdad propia, tanto en vínculo conmigo misma como con otros.

Primera etapa

Volviendo al punto, dije que hablaría de mí en relación a la primera etapa de la individuación y al inconsciente personal. El conflicto central -expresado en peleas, separaciones del clan, muertes- en mi familia tiene que ver con disputas por el territorio y la casa.

Vengo desentrañando conscientemente este conflicto hace al menos 6 años. Lo primero fue un síntoma físico (se expresan en el cuerpo las contradicciones e incoherencias ocultas, lo que no hemos hecho consciente) y al visibilizar lo que decía mi cuerpo, tomé decisiones e hice ajustes para vivir una realidad acorde a mí y no repitiendo el programa que bajaba de mi familia.

Al fin y al cabo, la primera etapa de la individuación tiene mucho que ver con enfrentar lo físico, el espacio, hacer propio nuestro territorio, y por eso también tiene que ver con el inconsciente personal: es la primera parte y prueba a vencer al diferenciarnos de la familia, tomando nuestra identidad real como faro y dejando de repetir patrones.

Siempre que subimos un nivel aparecen pruebas más fuertes. El conflicto del territorio empezó a mostrar otras aristas, estaba mi cuerpo como protagonista, luego fueron los vínculos con pareja y amistades, las tramas ocultas, y por último, la casa.

La Casa

Una vez hace bastante tiempo, en sesión con mi terapeuta, tuve un recuerdo que no es de esta vida. Yo estaba en otro cuerpo, me veía en un campo, trabajando la tierra, vestida con ropas de otra época.

Lo extraño es que me encontraba custodiando un territorio y estaba en juego mi vida. Sentía que estaba en peligro, que vendrían a atacar y yo debía defender el lugar.

-¿Cómo te llamás?- preguntó mi terapeuta.

Me llevó unos minutos pero logré decir el nombre.

Hoy en día no recuerdo ese nombre, cómo me llamaba en otra vida. Lo que sí tengo claro es que allí se jugó algo grande. 

En esa sesión descubrí que en alguna época me quitaron la Casa y me llevaron a otro lugar, tal vez prisionera o bajo dominación, y estaba obligada a quedarme custodiando un espacio que podía ser atacado.

Ese conflicto bajó a esta vida en forma de programa dentro un clan que lo representó fielmente. Como dije, las peleas y separaciones, teniendo el territorio como protagonista, son características de mi familia.

La casa también es el útero, la madre. Todas las vivencias que atravesé en esta vida tienen que ver con recuperar ambas.

Este año, como contaba, se dio el argumento “Casa” como conflicto central, en mi año 4. Decidí plantar bandera en un espacio y hacerlo propio.

Lo primero fue enfrentarme a la realidad en la casa que habito, compartida con mi pareja. Luego, fue dar el salto hacia el consultorio, comenzar a dar sesiones presenciales en un espacio específico para eso.

Las reglas de una casa se construyen con la historia que se ha tejido allí, toda casa tiene un “alma” que hay que enfrentar. Toda casa tiene argumentos que hay que desentrañar para llegar a hacerla propia.

En esta casa compartida, este año cambiaron las reglas de lo que se venía dando por inercia a través de las generaciones. Tuvimos que plantarnos con nuestras propias condiciones para habitarla completamente.

Acondicioné un ambiente para utilizarlo como estudio, lo mandé a pintar y remodelar.

*

Con los ojos abiertos lo contemplé y el blanco me dio una sensación de inicio.

Me pregunté qué simbolizaba instalar este ambiente como mi espacio. Un sitio delimitado con mis propias reglas dentro de un lugar compartido.

Las líneas temporales se frenaron y mi palabra creó una consagración para esta porción, fue necesario que el espacio-tiempo se desdoblara para apropiármela.

Había tenido que ingresar y utilizar este ambiente unas semanas antes de pintarlo, convivir con los remanentes de todo lo anterior. Las capas de pintura (hasta donde vimos había tres: naranja, verde y crudo) son como años, vidas y muertes impregnadas, lo que queda guardado, lo soñado, lo incumplido y mucho no expresado a tiempo en una mezcla de polvo al lijar las paredes. Eso emergió y se esparció como si quisiera venir de otras épocas a decir algo, hablar a través del hálito que ingresaba por la ventana.

Contemplé el blanco. Pero con los ojos abiertos aún no había ingresado del todo. Me asentaba en lo sensorial desde lo visual.

Más adentro hay una intersección de la esfera superior e inferior.

Acá, más adentro, en la quietud.

Lo primero que pasó al cerrar los ojos fue la aparición de la Verdad.

Cuando sentí con mi ser interior, el aire, mi propio aliento llenando el espacio blanco, dibujó sobre las paredes algo invisible. Con la mirada hacia dentro me desplacé por el espacio.

Sin distancia entre las fronteras de mi piel y lo exterior, mi ojo adentro, en su nobleza, condujo a mi ojo afuera hacia el símbolo, fabricó palabras, consagró el círculo.

Abrí un sitio para habitarme completamente, para que mi interior y mi exterior sean afines, que mi Esencia reine, no sólo gobernando este espacio-tiempo sino obedeciéndome a mí misma.

*

Ayer, domingo, me senté al sol, abrí la novela Dune de Frank Herbert y leí:

«Un tiempo para ganar y un tiempo para perder. Un tiempo para guardar y un tiempo para tirar; un tiempo para amar y un tiempo para odiar; un tiempo de guerra y un tiempo de paz.»

Ese fragmento representa de manera sintética lo que viví este año y lo que he atravesado, condensadamente, en la última semana de septiembre. Me pregunté cuánto tiene que ver con mi proceso actual y llegué a la conclusión de que mucho. El Tiempo en relación al Espacio: dos de los cuatro vectores que sostienen el universo. Otra vez el 2 y el 4.

Haciendo propio un Espacio, habilito mi Tiempo. Y con estos dos pilares alineados desde mí misma, genero la posibilidad para utilizar mi Energía y expandir mi Conciencia.

Mi aprendizaje en esta parte de mi individuación es que las bases tienen que ser sólidas y estar afianzadas completamente, teniendo en cuenta el plano mayor. Si somos 2 tiene que habilitarse el 4 de manera alineada.

Apropiarse de un espacio requiere antes tener alineados todos los elementos que lo componen. Desde lo invisible y lo oculto hasta lo tangible. Un espacio siempre contiene elementos ocultos, la historia que se ha tejido, mucho más allá de nuestra conciencia; es preciso ingresar allí para desatar los nudos que siguen generando esa realidad.

Para que la realidad sea propia.

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