Deseo, Anhelo y Felicidad

Notas sobre el 2024 y la Justicia tomada desde el Sí mismo.

Empezamos el año 2024 y el designio general* viene con la impronta de dar a cada quien lo que le corresponde. Me parece un momento propicio para replantearnos desde qué lugar motorizamos las acciones, cómo proyectamos nuestros deseos y nos orientamos a lo que queremos materializar. O sea, preguntarnos por el Poder que tenemos sobre nuestra realidad.

Hoy quiero traer un tema del cual se ha escrito mucho. La búsqueda de la felicidad puede ser uno de los mayores conflictos que atraviesa la humanidad desde siempre.

¿Esa es la verdadera finalidad de nuestras acciones?

¿Todo lo que hacemos sería un medio para llegar a ser felices?

Pienso que el problema radica en buscarla como si fuera un lugar al que llegar y no un estado interno.

*Hablo de “designio general” porque es para todos igual el 2024 / 8, pero vos tenés que conocer tu Año Personal también, para saber específicamente qué te toca como designio a vos. Podés tomar conmigo una sesión de numerología (de carta natal o de año personal). También podés calcularlo vos y ver acá un poco de info al respecto.

La Justicia

En cuanto al Poder que tomamos en nosotros mismos, tiene mucha información la simbología de la Justicia que trae este año (2024 = 8). El arcano 8 del Tarot -en este caso, el de Marsella- nos muestra los elementos fundamentales que debemos considerar: la espada y la balanza. Los dos aspectos ante los cuales la actitud firme, impasible y erguida del sí mismo es la que toma las riendas y nos da claves para ser dueños de nosotros mismos.

Para describir el designio de este año 2024, en numerología hablamos de la Gran Cosecha, porque el 8 es el arquetipo que toma el poder y se adueña de sí mismo en lo emocional, espiritual, cosechando sus frutos en lo material.

La Justicia puede ser una fuerza exterior que pone las cosas en su lugar o un poder tomado en nosotros mismos como resultado del equilibrio y la integración de la dualidad.

Las respectivas líneas horizontales y verticales de la balanza y la espada juntas, forman la cruz del progreso espiritual contra la limitación humana, así como también del idealismo contra el sentido práctico, la cruz en la que nos encontramos clavados. La Justicia hace de mediadora entre estas dos realidades. No mira a la balanza ni a la espada; en lugar de eso, está erguida mirando al frente, casi como si estuviera en trance. Simplemente, su función requiere visión interior más que visión intelectual.

Sallie Nichols

Cuando observo la actitud erguida e impasible de este arcano, viene a mi mente la cuestión de los deseos, dimensión que se activa mucho en estas fechas y que nos inculcan en los cumpleaños y festejos. Pienso en el dilema entre desear algo externo y aprender a Ser uno mismo, con los frutos que la expansión del Ser trae consigo. 

Desear lo que no tengo o, sencillamente, Ser, con Sinceridad y Autenticidad, reconociendo mi naturaleza, obteniendo mis propios frutos en el camino.

El mecanismo del deseo

Este dilema separa dos paradigmas. 

En el primer caso, cuando deseamos, vamos en busca de lo que no tenemos, creyendo que alcanzarlo podrá satisfacernos. Partimos de la carencia y del hecho de que otros han conseguido lo que nos falta. Entonces, el deseo es movido por un mecanismo de carencia y de comparación. 

El deseo surge de la separación.

El nacimiento, la mayor y primordial separación, nos ha provocado, a la vez, la primera angustia y el primer anhelo (inspiración) de vida…

Por lo tanto, lo que en fondo buscamos es completarnos o llenar ese vacío que nos ha dejado la herida de haber nacido, la herida de habernos separado del útero proveedor o del paraíso… Entonces, ningún deseo nos conducirá hacia algo que nos sacie realmente.

El Anhelo

Sólo el Anhelo que surge del Ser genuino (orientado al espíritu) podrá colmarnos. En este caso, no hay comparación con otros ni separación como causa. El Ser que pulsa por expandirse y desarrollar los potenciales que ya tiene es el que da lugar al Anhelo.

Para que surja el Anhelo o Aspiración, es necesaria la visión interior de la que habla Nichols en el fragmento citado. Para reconocer el Anhelo tiene que haber previamente una conexión con el alma, orientada al Espíritu.

Si el deseo es lo que nos “pone en movimiento” para lograr algo, hay que ver qué mueve al deseo. Cuando no está el Ser como causa de ese movimiento, no manejamos las variables de lo que cosechamos. Habrá algo externo (léase el inconsciente, subconsciente, mandatos familiares o sociales) más fuerte que nuestra voluntad, que ejerza el Poder e imparta Justicia.

¿Cuáles son tus deseos?

¿Qué buscás y para quién estás proyectando, para tu Yo real (orientado al espíritu) o tu yo falso (manejado por la personalidad / ego)?

Hay un tema delicado en el desear que requiere observar cuál es la parte nuestra que desea y hacia dónde se orienta. Estamos en un mundo que hace de lo material un culto: el mayor mal es el olvido, el espíritu se ha fugado de lo colectivo y sólo queda en el espacio interior de quienes van a su encuentro.

Hemos venido, no a tener, sino a recordar lo que ya somos.

¿Buscando la felicidad?

La felicidad lleva siglos debatiéndose en la filosofía. Quizás sea uno de los temas más controversiales en relación al deseo humano.

Para los estoicos, la felicidad se basa en prescindir de los bienes materiales y tender al dominio de las pasiones por medio de la razón y la templanza.

Las grandes bendiciones de la humanidad están dentro de nosotros y a nuestro alcance. El sabio se contenta con su suerte, sea cual sea, sin desear lo que no tiene. 

Séneca

Muchos pensadores de todas las épocas han coincidido en que es más feliz el hombre que tiene tiempo para sí mismo (que es libre) frente al que posee objetos, cargas, trabajos y tareas impuestas por otros. Por ejemplo, Nietzsche distinguía entre hombres libres y esclavos, siendo estos últimos quienes no tienen “dos tercios de su día para sí mismos”.

Lao Tse propuso tres estados de ánimo habituales que nos permiten pensar en la felicidad (ligada a la paz interior).

Si estás deprimido, estás viviendo en el pasado. Si estás ansioso, estás viviendo en el futuro. Si estás en paz, estás viviendo en el presente.

Lao Tse

Es difícil que el ser humano atado a los designios de la personalidad pueda discernir con claridad entre sus pensamientos y emociones para determinar si habita en el presente o si naufraga en un laberinto de deseos que lo proyectan al futuro y le traen ansiedad y angustia.

En la misma línea, Henry Thoreau decía que:

La felicidad es como una mariposa; cuanto más la persigas, más te eludirá, pero si prestas atención a otras cosas, vendrá y se sentará suavemente en tu hombro.

Entonces, la felicidad se relaciona más con la pasión y el compromiso genuino con el que desarrollamos nuestras obras, con el lugar de integridad logrado en nosotros mismos al accionar, que con la búsqueda de aquello proyectado en el futuro (esas torres de ilusión de las cuales tironea el mecanismo del desear). Mucho menos vinculada está la felicidad con aquello que nos imponen otros (mayormente de manera inconsciente)…

Para mí, el problema (tan difícil de percibir cuando estamos atrapados en la personalidad) radica en “buscar” la felicidad como si fuera algo que está ahí afuera y que podemos obtener con objetos, bienes, relaciones, estilos de vida que vemos en otros y que aún no “alcanzamos”.

Es este esquema el que provoca la angustia de quien nunca se siente colmado y está atrapado en el laberinto del deseo, girando en torno al vacío interior.

El vacío interior

El interior está vacío cuando ha olvidado la dimensión trascendente. Es la cuestión de estos tiempos en los que el Sujeto está en caída, se ha alejado de su esfera divina inherente y se somete a funcionar en un engranaje dentro del reino inorgánico, la inteligencia artificial y los mecanismos productivos del sistema materialista. La humanidad en lo general se ha degradado y se reduce cada día más a la esfera física, material, está dominada en la dimensión mental y emocional por la maquinación colectiva y los designios del mundo.

No es posible estar en contacto con el espíritu si permanecemos en el deseo, como propone el colectivo, buscando lo externo, lo material o lo que no tenemos. En ese caso, sólo podemos desear lo que nos falta y quedamos atrapados en la lógica de la separación, buscando conseguir aquello de lo que carecemos para recuperar una supuesta plenitud perdida.

El hombre verdadero se encuentra por encima de los dioses, porque éstos no conocen las adversidades y la desgracia; en cambio los hombres se encuentran expuestos a las mismas, teniendo el poder de vencerlas.

Séneca

Es precisamente nuestra dualidad y los conflictos propios del ser humano, la condición de posibilidad del hombre verdadero. Atravesando las dificultades y superando los obstáculos creamos en el interior un poder de mando sobre la Propia Vida. Ese interior poderoso nos hace fuertes y más libres que los dioses. Los dioses están atados a un argumento arquetípico, tienen un destino escrito. 

Nosotros, como Individuos, podemos alcanzar la libertad a partir de nuestra condición trascendente, a partir de la fuerza creada en nuestro interior
(que proviene del plano increado, del Espíritu).

El pendular: entre el deseo y la aversión

El Sujeto, por definición, está atado: sujetado al deseo, deseando lo que no tiene.

Los vaivenes de la vida, del mundo, lo llevarán a pendular entre el deseo y la aversión…

Esa es, básicamente, la dualidad que lo mantiene amarrado a las cuestiones del mundo materialista y lo alejan de su dimensión trascendente. Atravesando y superando el mundo de las formas es que se domina a sí mismo como humano y tiende a lo divino.

Las formas, lo material, va ganando terreno en la vida del sujeto y, si la conquista, el sujeto deja de tener el poder sobre su propia vida y pasa a estar manejado por las circunstancias del mundo.

Por eso es tan importante determinar cuál es la parte nuestra que desea y desde qué lugar lo hace, hacia dónde se orienta.

¿De dónde viene el movimiento pendular entre el deseo y la aversión?

El tironeo proviene de los mecanismos colectivos, las proyecciones inconscientes y las creencias limitantes que aún no hemos desterrado de nuestro psiquismo. 

Mientras nos mantengamos en el movimiento de la dualidad, entre lo que deseamos y lo que rechazamos, estaremos reforzando el poder que ejerce sobre nuestra vida la sombra y lo subconsciente.

El vacío y la herida

Todos los vacíos que afloran en el interior están basados en heridas (desde el trauma de nacimiento en adelante) que deben ser vistas y reconocidas para que el adulto que hoy somos pueda vivir libre de esos condicionamientos. ¿Cuántos vacíos te han llevado a lugares donde terminaste perdiéndote más aún?

Un tema frecuente en mis sesiones tiene que ver con los límites que debemos establecer en los vínculos familiares. La familia es el primer obstáculo a atravesar cuando se trata de mandatos y de cumplir lo que otros esperan…

El gran muro que te impide crear tu realidad está compuesto de cargas, tareas, mandatos que te desvían de tu propósito, de lo que vos como Individuo viniste a plasmar.

En las sesiones individuales, muchas veces el problema está vinculado con el tironeo entre el Yo real y el yo falso (que responde a las demandas de la familia, la sociedad y la época). El ego o personalidad se acomoda a la perfección en el engranaje y funciona dentro del sistema familiar con una identidad que durante muchos años creemos que nos pertenece pero, en realidad, es falsa.

¿Qué cualidad nos puede mantener firmes (como está el arcano la Justicia) con la mirada erguida en equilibrio entre la dualidad?

Un tesoro llamado coraje 

El coraje es una cualidad de quien vive en conexión con su espíritu. Es una virtud a conquistar, no viene dada. La sociedad forma sujetos que quedan atrapados en el mecanismo del desear y rechaza a los individuos valientes.

Por eso, desarrollar la Valentía para enfrentar la Vida Propia es un elemento heroico en esta época. Implica ir en contra de muchas creencias y mandatos, ir en contra de lo impuesto. Necesitamos coraje para hacerle frente a los embates de lo cotidiano que nos tironea hacia los objetivos que la familia, la sociedad y la época proyectan sobre nosotros.

No podemos traer la cumbre de la montaña al valle. Si queremos llegar a la cumbre de la montaña, tenemos que atravesar el valle, trepar por las cuestas sin temor a los peligrosos precipicios.

Jiddu Krishnamurti

Sólo los individuos valientes logran transformar los defectos de la personalidad y el alma y se orientan al Espíritu.

Con coraje nos atrevemos a subir a cima, a lograr que los elementos terrenos y mundanos (lo material, lo mental y lo emocional) asciendan hasta encontrarse con lo más elevado del ser humano, su dimensión trascendente.

El sol y el oro espiritual

Hay una razón por la cual olvidamos las piezas profundas que edifican nuestra especie. Una razón por la que se nos ha borrado el recuerdo del origen. ¿Qué rol tienen el sol y el oro en este alejamiento?

¿Será que lo fundamental se encuentra oculto en lugares misteriosos?

Templo solar MNAJDRA, en Malta

Un agudo alejamiento de la fuente sagrada, del oro que late en lo profundo de la humanidad.

Oro, centro dorado, fuego primero. El «sol in homine» es el jugo del valor heroico que me dice: cultivá lo más genuino y esencial, dejá ir lo que no es vital, lo impuesto, lo que no late.

El individuo puede sacralizar su mundo si está en conexión con la vida, si habla con su espíritu, si entra en la profundidad de su misterio, atravesando cada instante como un rito. 

El pulso del sí-mismo en la realidad sacra, que es la esencia de la inmortalidad, lo que perdura más allá de lo mundano. Sol como el oro cuyo brillo fecunda y nutre la semilla que está germinada en el corazón. Luz que hace madurar ese fruto, nutriendo lo esencial y organizando, desde el centro del pulso, la creación.

¿Será que el borramiento de los orígenes está vinculado con esta trascendencia, con la fuerza de una raza solar?

«Si la Edad de Oro es un recuerdo lejano del ciclo de esta raza, al propio tiempo se formuló una concepción suprahistórica basada en el hecho de que, en un momento dado, lo que había sido manifiesto se volvió oculto. A causa de una progresiva involución de la humanidad, la función ejercida por esa raza se fue haciendo gradualmente invisible y quedó interrumpido el contacto directo entre historia y suprahistoria.»

Julius Evola
Templo solar STONEHENGE, en UK

Conquistar el lugar dorado que adentro late. Recordar lo que quedó oculto. Transitando de lo terrenal a lo celestial y comunicando los planos, el centro dorado es el lugar por donde se asoma lo trascendente, la llama eterna.

*

El sol en su bajada, luego de su esplendor del solsticio, me trae al juego de la luz y la sombra. Cada día hay más claroscuro.

El viaje del sol por la rueda es el viaje del héroe y allí se va encontrando con su opuesto, la sombra, la noche, el elemento lunar de repliegue y receptividad.

El uno y el dos en la danza producen una fuerza que los vuelve a unir y supera los límites, su encuentro en el tres contiene la trascendencia, el elemento que puede autoexpresarse porque integra el fuego y el agua.

Cuando hablo vuelan en el aire no sólo mis ideas sino las llamas de mi corazón que quieren llegar al otro lado, que tienen como acompañante a la mano del alma con su ternura incondicional.

El 1 como elemento de fuego es el sol que irradia y crea desde su centro original. El 2 como el agua que puede extender la mano y ablandar lo que arde y consume. El 3 es el resultado y a la vez el punto de reunión de todo, en la palabra. El Oro, la Plata, la Palabra.

Llevamos latentes en la sangre los elementos del Oro, la cualidad heroica de la condición humana. ¿Dónde se expresa hoy aquel héroe que lucha con la fragmentación de sus partes, con la destrucción de sí mismo?

También contenemos a la Plata, la cualidad sensible y receptiva que habita en las emociones humanas. ¿Cómo destila su amor el alma que hoy está desolada por el miedo?

El sol, el Oro, es un símbolo del Padre, del héroe y del centro organizador. Es un elemento interno de maduración, el fuego donde laten los aspectos esenciales, que no pueden ser dirigidos por otro porque son pulsados desde sí mismo. La luna, la Plata, es un símbolo de sacerdotisa y Madre, de alma, del agua que da forma a las emociones.

Éstos son símbolos incorporados en el inconsciente colectivo, latentes en nuestra sangre, cuyos significados intervienen, están involucrados en la construcción de nuestras vidas. El inconsciente relaciona arquetipos y símbolos para crear la ecuación que resultará en realidad desplegada. De manera que nos afectan profundamente las deformaciones que provoca el sistema cultural y las distorsiones que transitamos en nuestra configuración familiar, ancestral.

El encuentro de la luna y el sol refleja una alquimia íntima que puede unir el fuego con el agua. En la incorporación de ambas potencialidades, en la integración del oro y la plata sucede un misterio de trascendencia. En la integración sucede la alquimia entre el elemento heroico y la cualidad sensible. Este misterio es la búsqueda de una transformación, de renacer a otro estado y ganarle a la muerte. Es el Graal, el secreto de la renovación permanente y de la eternidad.

Lo impuesto, aquello que moldea y rigidiza, nos deja fuera del amor, nos aleja de esta integración. Porque el sistema cultural utiliza nuestras vidas y se alimenta de ellas; y así quedamos presos de la muerte. El A-Mort es un secreto porque ésa es la cualidad de los Dioses, es lo divino que habita -latente- en lo más profundo de nuestro corazón.

«El hombre de las sociedades arcaicas tiene tendencia a vivir lo más posible en lo sagrado o en la intimidad de los objetos consagrados. Esta tendencia es comprensible: para los “primitivos” como para el hombre de todas las sociedades pre-modernas, lo sagrado equivale a la potencia y, en definitiva, a la realidad por excelencia. Lo sagrado está saturado de ser. Potencia sagrada quiere decir, a la vez, realidad, perennidad y eficacia.»

Mircea Eliade

.

El sol nos conduce hacia la profundidad esencial que late en el espíritu. 

Todo lo accesorio se desvanece por completo. 

Está relacionado con el oro espiritual (el mineral de mayor valor, símbolo de perfección y de lo divino). Para los alquimistas, el «oro preparado para la obra».

«El mundo, en todo relato cosmológico, se crea o bien por la luz o bien por la palabra. En uno u otro caso, palabra o luz son siempre alegorías de una onda de energía que se transmite formando una espiral o una ondulación.»

Gälic Druham

Hace tiempo, el sol entró en su primavera. Se produjo el despertar solar: mayor actividad, mayor presencia y fuerza del astro.

En la cultura actual, las distorsiones nos alejan de este gran bien.

Todas las culturas antiguas veneran al sol. ¿Por qué se han construido templos en honor al sol en todas las culturas ancestrales? 

Porque es sinónimo de vida, fecundidad, abundancia, plantas, luz, día, alimento.

Templo solar KARNAK, en Egipto

En cambio, la cultura actual coloca al sol en el lugar de un enemigo que provoca cáncer de piel. Cremas de protección solar, bloqueador solar, demasiada información tendenciosa sobre los problemas del sol.

Las distorsiones pueden generar síntomas. 

La celiaquía, el cáncer de piel y afecciones de la piel por hipersensibilidad al sol, entre otros. Todos están vinculados con esta incoherencia que hace ingresar a esta civilización en una distorsión.

Aquí más información sobre estos síntomas.

La distorsión que se da hoy desde el mundo “científico / informado”: el sol es un enemigo.

No olvidar, siempre recordar: el astro sol fecunda a la tierra, sin su provisión no habría vida.

💛

Unos 20 minutos diarios de sol son la puerta al oro humano, esencia invisible del sol celestial que alimenta el fuego interno.

Si te resuena internamente este rechazo al sol o tienes alguno de los síntomas mencionados, te invito a recorrer el camino hacia tu esencia latente.

La muerte y el inconsciente

Venimos del futuro de nuestros ancestros, venimos a iluminar, a poner luz sobre sus historias. Los finales son una puerta a otro camino.
Tu vida es un comienzo a partir de una muerte.

Nos separamos de los lazos conflictivos con nuestros ancestros; de lo contrario el árbol de la muerte tracciona, te habita una energía sin procesar que quedó en la memoria ancestral.

Caminamos sobre nuestros muertos. El pasto sale de la tierra abonada por sus cuerpos. El árbol de la muerte tracciona hacia abajo, los muertos jalan de hilos que llevan la marca del pasado, de lo que han hecho en vida, de lo que no han podido, llevan la estela de sus pasos.

Caminamos con las emociones de los muertos. Si no sos consciente de eso dejás que las emociones te coman la piel. Al identificarte con lo que sentís, creés que sos eso que te pasa, que sos ese dolor, esa pena, esa emoción, la que sea. Y ni siquiera es tuya.

El árbol de la muerte, la oscuridad del subconsciente, empuja tus pasos. Las pautas de la identidad inconsciente definen un programa de supervivencia para mantenerte vivo.

Te habita el otro. Te habita lo que hizo un miembro de tu clan y lo mantuvo con vida.

El inconsciente familiar se encarga de ordenar los datos para definir el programa que te guía. Al inconsciente no le importa si la vida de tu pariente fue con pena, sufrimiento, pesares, si ese miembro de tu familia pudo cumplir sus objetivos o no. 

Al inconsciente le importa que tu ancestro vivió y la especie continuó.

Le importa que sus actos dieron por resultado la continuación de vida.

Nacemos dentro del sueño de la familia. Al menos un siglo antes de nuestro nacimiento, los actos van tejiendo una trama inconsciente. Vivimos actuando ese sueño, reproduciendo el libreto de ese constructo, de ese juego. 

El juego es un sueño de otros. Tu libreto compensa argumentos de la familia. Cuando abrís los ojos a la mañana no despertás del todo. Para despertar, primero hay que salir de ese sueño familiar.

Que tus actos sean propios.

Las emociones no te coman la piel.

Para al fin poder conectar con tu propio árbol de la vida.

Árbol de la muerte

Vengo del futuro 

de mis ancestros

vengo a iluminar 

sus cabezas

enterradas

el barro descompuesto

una puerta 

a mi vida.

La llave negra deja

un resquicio de luz

dibuja un signo más allá del umbral.

Mis primeras respiraciones 

y el grito

el desgarro

en la salida del hogar

la chakana que me dio 

nacimiento

en la sombra telúrica

donde a contraluz proyecta

más allá, 

bajo mis pies, en las partículas de mis células,

la memoria de mis muertos.

Me desenredo

hilos en el corazón

lazos que vienen 

con navaja

y me desangran,

no hay principio ni final

abrazo mis espejos

el amor me une 

el espíritu se parte

a la mitad

se hace carne.

·

Siempre el respirar saliendo a la zona iluminada viene con marcas de muertos que rasguñan mi carne. 

El desafío, la travesía, mantener mi centro firme, mi mirada repartida, adentro y afuera, sabiendo que dirijo mis pasos.

·

Vengo del futuro

cierro los ojos 

soy esta experiencia

y siento 

soy el futuro de mis

ancestros 

vengo a poner 

la luz que faltó

en sus 

historias.

Lo importante

el caminar, 

ser sendero.

Es a dónde voy,

desde mí.

·

Lo importante es saberme carne marcada en la existencia terrena, por las memorias impresas, marcada en la carne pero no en el espíritu, que no lleva marca sino origen, huella infinita.

·

El árbol de la muerte, 

la oscuridad subconsciente, 

tracciona tus pasos.

Las pautas 

te definen 

el programa 

para mantenerte vivo.

Te habita el otro.

Te habita lo que hizo alguien

de tu clan 

te habita un muerto

una emoción

energía

movimiento

campo concentrado que dobla el tiempo,

te define

un programa

de supervivencia

hace que gires

en círculos.

Árbol de la muerte

de donde viene

mi conciencia,

en el cielo

se astillaron las alas, quedaron rotas

son puntos

luminosos

se inmolaron,

un círculo se mete

adentro de otro.

Algo que gira

te hipnotiza

más allá.

Luz redonda

te quedás pegado

luz que a veces

se pone roja

embobado,

se eclipsa

tiene un imán

magnetismo

que trae ocultas

intenciones.

Y te creés

que es amor

el designio

lo que perfora

y se lleva tu alma.

Mi ser la convivencia

carne chamuscada

el instante eterno.

La puerta es negra y blanca

mi sangre es roja

Es la llama

antorcha 

y tiñe todo 

lo que toca.

El bien y el mal, la salud y la enfermedad

Siempre me pregunté si existen el bien y el mal.

En estos tiempos actualizo la pregunta cuando operan fuerzas oscuras, dueñas de castillos de metal donde pretenden encerrarnos. Creo que esas fuerzas representan algo del mal.

La cárcel se edifica en el mundo de ilusiones (que no es real). Entonces, si no es real, ¿cómo nos afecta el mal? 

Soy consciente que hay una guerra invisible que habita el mundo de ilusiones. Me hago consciente de la guerra cuando una incomodidad da vueltas sin parar y quiero liberarme, como Neo en The Matrix. El choque se hace clarísimo si empiezo a sacarme los tubos que mantienen esclavos a mi cuerpo y a mi mente. Salgo de ese huevo en el que tenía los ojos cerrados y los sentidos dormidos. El mal es la fuerza que custodia que no me desconecte y me quiere recuperar cuando logro hacerlo.

Por eso, actualizo la pregunta sobre el bien y el mal, sobre la salud y la enfermedad en esta transición a nuevas humanidades. La pregunta sobre lo real y lo irreal.

Lo real (la verdad) es el amor. Y no existe nada por fuera de ello. ¿Qué estamos aprendiendo en estos cuerpos que habitamos?

Creo que aprendemos a lidiar con lo que nos trae el mundo de los sentidos, el mundo que dictan nuestros sistemas de creencias. Que aprendemos a manejarnos entre opuestos sabiendo que nada se opone realmente entre sí. Que aprendemos a lidiar con lo irreal.

Lo irreal es el miedo, un invento de la oscuridad para que nuestras mentes y cuerpos queden anclados a sistemas de creencias. Lo irreal y el mal a veces están cerca.

¿El mal se expresa en la oscuridad de la muerte? Creo que no: el mal se expresa en el miedo a la muerte, que nos implantan como creencia.

También se expresa en lo que nos imponen: que la felicidad no está en nuestras manos. 

Muchas formas de manifestarse tienen estas fuerzas oscuras. Pueden ser parásitos emocionales o mentales: esos que nos dejan en constante repetición de viejos moldes, con tal de no romper las normas, esos que nos inducen a pensar siempre lo mismo para no abrir el caparazón. Algunos parásitos generales: “no sos capaz”, “vas a quedarte solx”, “es imposible”, “la vida es así”, “todo no se puede”, “así no vas a progresar”, etc.

Las fuerzas pueden ser pirámides y panópticos del poder que nos vigilan, también pueden ser armas nucleares o dispositivos para generar incendios o cambios climáticos. Pueden ser las tecnologías que quieren implantar en nuestros cuerpos. Pueden ser los contenidos difundidos para derramar miedo.

Las pirámides y ojos que todo lo ven de las fuerzas oscuras nos quieren quietitxs y con miedo, pensando que la felicidad está allá afuera y en el mundo material (para que sigamos reproduciendo este sistema de farsas).

La gran noticia: el poder está en el espíritu desarrollado y libre. Ser felices está en nuestras manos.

¿Qué tiene que ver esto con la salud y la enfermedad?

La salud integral viene de la mano del equilibrio. El equilibrio, que tiene relación con el orden en la biología, implica una coherencia entre los cuerpos físico, emocional y mental. Si reaccionamos a las condiciones externas, libramos una guerra interna que produce desequilibrio. En cambio, si no reaccionamos, sostenemos el equilibrio (por lo tanto, la coherencia) y obtenemos salud permanente.

«La salud es plena energía en movimiento armónico».

Andreas Kalcker

En contrapartida, la enfermedad es falta de energía: falta de equilibrio que impide a la energía ser plena y armónica. El desequilibrio es signo de pérdida de energía vital.

La fuente de poder del actual régimen es la enfermedad. Su fuerza no es sólo económica sino, sobre todo, subjetiva y ontológica. Para subsistir, abusa de las vidas: «es de la propia vida que el capital se apropia; más precisamente, de su potencia de creación y transformación» (Suely Rolnik).

Problemáticas como: alteraciones hormonales, intoxicación física y mental, etc., son herramientas que utiliza el sistema para mantenernos en estado de enfermedad y dependencia. Una sociedad formada por personas equilibradas es sana, por lo tanto es libre. Individuos sanos (equilibrados) tienen pleno poder sobre su energía (su salud), no necesitan intervención externa, ni medicación, ni vacunas. Por esto, el régimen se vale de mecanismos para que, sistemáticamente, ignoremos nuestros desequilibrios o no podamos atenderlos. La “solución” viene dada desde afuera para que, una vez más, dejemos en manos ajenas nuestro bienestar. Es central para el sistema tenernos controladxs a través de la falta de salud.

¿Qué pasa si, al descubrir el circuito de dominación, superamos esa emoción profunda del miedo, pasando a la acción propia? El miedo se corta. La acción libre es una gran salida a la inmovilidad que produce la rueda de control.

«Del vacío del sabio surge la quietud. De la quietud, la acción. De la acción, el logro».

Chuang Tzu

Si a nivel individual soy capaz de vaciarme de lo externo para procesar la información de lo que soy, de las partes que internamente están en guerra, si lo proceso desde mi propia experiencia, si entiendo que la rueda de control me lleva al miedo para hacer que crea lo irreal, puedo sostener el foco en no reaccionar a las condiciones externas (irreales). Sostenerme en el vacío y la quietud internas. Y pasar a la acción desde mi libertad.

Para crear la nueva sociedad, las nuevas humanidades que estamos necesitando, hacen falta personas conscientes de espíritu libre, vinculándose y cooperando entre sí.

Eso es protegernos de manera consciente. No necesitamos nada más.

May the force be with you.

Polaridades, esencia y estructuras de la creación

Año gregoriano 2022. Una combinación de números que resuena en el calendario me envuelven en esta civilización. La polaridad y la simbiosis del 2 me llevan a sentir, a reconocerme con mis emociones, a encontrarme con otras emociones fuera de mí, mezclarme y fusionarme con otrx. La armonía y el corazón grupal del 6 me llevan a multiplicar mi sensibilidad en los cuerpos unidos a mí. El agua recorre la experiencia de mi cuerpo emocional y deja llover gotitas sobre el gran corazón que nos acuna. ¿Qué pasa ahora que tambalean las estructuras caducas de un modo ser colectivo?

Las estructuras viejas se resquebrajan y nos empezamos a mirar con ojos nuevos. Unos ojos que renacen creando. Creándose a sí mismxs en relación a este gran cuerpo colectivo. Siento que estamos en la osada aventura de volver a ejercer nuestra energía femenina, reprimida y olvidada, para contribuir a la comunidad, sanar y sanarnos, ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Recorrer el hilo que une los ojos al corazón interno de cada unx.


Los viajes hacia la oscuridad de mi corazón derraman la sangre de la energía femenina que durante siglos fue opacada, en una civilización que premia el poseer sobre el sentir (“tanto tengo, tanto valgo”), que busca respuestas en lo externo en lugar de redescubrirnos en lo interno, que nos manipula para conseguir éxito, dinero, cáscaras que se quiebran en su propia superficialidad. Antes de este paradigma lxs humanxs éramos una comunión con la tierra, no nos apropiábamos de ella ni utilizábamos la manipulación y el control para apegarnos a lo material.

El acorazamiento que oscurece nuestra capacidad de crear y sentir en la estructura actual, se construyó durante siglos desde el paradigma masculino. La línea de la energía masculina tiene un recorrido diferente de las ondulaciones de la femenina. Nos empujamos unxs a otrxs en una línea de “productividad” y “progreso”. Lo que hacemos es ignorar las curvas, mutear nuestros cuerpos, separarnos de sus ciclos y silenciar su lenguaje, cortar el hilo que nos une desde el corazón.

La Era de Hierro que habitamos domina con la potencia destructiva de la guerra. Se enfrentan en una contienda dos facetas que se miran como distintas y se repelen. Dos polos que vienen luchando hace siglos. ¿En qué resulta esta guerra? Una de las facetas se impone sobre la otra; entonces la oprimida busca soltarse las cadenas y se alza en armas; luego la tirana se defiende con maquinaria más pesada. Y en ese círculo repetitivo, proyectamos peleas, muertes y destrucciones sin fin, adentro y afuera nuestro. Nos repetimos en formas esclavas y dominantes, que se alternan y producen sometimiento y manipulación.

El desafío actual: ordenarnos en el balance entre lo masculino y lo femenino. Todxs tenemos ambas energías. Las mujeres tenemos úteros físicos, con los cuales estamos en proceso de reconciliación, reconexión. Los hombres tienen úteros energéticos donde reside su energía creadora. La herida de los hombres se basa en que tienen que bloquearla para ser reconocidos. La herida de las mujeres es adaptarse a ritmos ajenos y silenciar los propios. Siento que el poder de recrearnos ahora, rearmarnos con la creatividad, implica que tanto mujeres como hombres conectemos con nuestros úteros. Darnos cuenta que tienen la sabiduría incorporada de creación, de equilibrio vida-muerte-vida, los ciclos del morir y el renacer. Conectar con esa energía que nos dio vida es trabajar la energía de creación. Sentirnos parte de un todo, que es el universo, del cual somos canales.

¿Qué pasaría si nuestro poder de crear, recrearnos y transformar fuera imparable?

Si empezamos a sentir y ejercer esa conexión con la energía de la tierra, de todos los seres materiales y sutiles que componen el universo y están dentro nuestro.

Si cada unx pudiera conectar con su propio ser despierto, en dominio de su fuerza, en constante mejoramiento. ¿Qué magnitud de cambio provocaríamos?

Si trabajamos nuestras vibraciones creadoras reunificando nuestros polos, vamos a florecer y renacer con un yo colectivo libre.

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Encontrar el límite a la libertad en la puerta cerrada del inconsciente, el mundo oscuro al que quiero acceder y me angustio en esa puerta como marioneta de fuerzas desconocidas, incomprensibles y mucho más fuertes que mi voluntad consciente. El intento por explicar experiencias que sobrevienen y no poder manejarlas. Sensaciones físicas que no tienen lógica, imágenes que no tienen sentido y no puedo transmitir. Marcas que no tienen palabras para expresarse. Y las mismas preguntas siempre: ¿de dónde vienen esas experiencias, cómo abarcarlas?

¿Sentís que hay dentro tuyo algo tan difícil de atrapar que no llegás a entenderlo, fuerzas opuestas que se debaten en una guerra?

Mucho tiempo creí que era imposible responder estas inquietudes; me recreé en la angustia irracional, siendo y haciendo cosas de las que podía gestionar una ínfima parte.

Hoy puedo hacerme carne en el viaje a lo inconsciente que viene de adentro, cuyo origen está en la relación, el vínculo primigenio entre mamá y papá, en el hilo que me conecta con el linaje, mis antepasadxs, mi árbol. Espectros que vienen de aquellxs que quedaron en el camino de mi genealogía. Miro de nuevo hacia la puerta, puedo reconocer rostros precisos y les pongo nombre a las experiencias.

Me siento más liviana cuando habito el viaje hacia adentro. No hay una sola forma, el trabajo interno es fruto de la voluntad. Nadie puede obligar a otra persona. El autoconocimento depende del poder personal.

Hoy puedo colocar los espectros en donde corresponde, devolver las cargas que parasitan en mí. Miro otra vez hacia la puerta. Tomar las riendas de la libertad implica asumir que la vida está más allá de esta puerta.

Mi vida está más allá de lo que mi linaje ha proyectado en mí. Más allá del programa inconsciente que he recibido y tomado. Más allá de sus deseos, intenciones, silencios y miedos.

La libertad individual y colectiva está más allá de la guerra que libramos dentro.

Con los pies, me desplazo en el camino de la vida. Todo mi cuerpo está repartido en la superficie de mis pies. Un problema vinculado con ellos, me indicaría un conflicto entre la dirección y el movimiento que tomo, manifestaría la necesidad de más estabilidad y seguridad en mi vida, el futuro y sus imprevistos me darían miedo.

Los pies están relacionados con mi origen. Me creó la conjunción de dos fuerzas complementarias que dieron lugar a una nueva vida. El contacto firme y seguro de mis pies con la tierra me recuerda de dónde provengo.

(…) la atracción mutua entre nuestro cuerpo y la tierra es la fuente profunda de ese delirio más consciente que nos compele a la presencia del otro. Como el magnetismo que sienten dos amantes, o una madre y su hijo, la atracción poderosa entre el cuerpo y la tierra ofrece sustento y reabastecimiento físico cuando se consuma en el contacto. Aunque en los últimos tiempos hemos llegado a asociar la gravedad con la pesadez y por ende a pensar que tiene un vector estrictamente descendente, algo sube hacia nosotros desde la tierra sólida cuando estamos en contacto con ella. Nos damos pocas oportunidades para saborear ese nutriente que sube hacia nosotros cada vez que tocamos el suelo, y por eso no es sorprendente que hayamos olvidado la naturaleza erótica de la gravedad y el placer vigorizante del contacto con la tierra (…)

David Abram

Preguntas que me quedan para hacerme y hacernos: ¿cuán fuerte es la fidelidad al clan?, ¿cuánto nos falta despedir?, ¿cuánto cargamos para salvar al linaje o para evitar quedarnos fuera del rebaño? Las preguntas me conducen por ondulaciones y voy reconociendo las fuerzas que se enfrentan. Mi cuerpo es un terreno de luchas y soy yo la única que las puede iluminar. Como dije más arriba, el autoconocimento es infinito y depende del poder personal.

En estas ondulaciones me rehago, me recreo, nos reconozco y vuelvo a ser otra vez. Te invito a que recorras tus ondulaciones para que renazcamos en libertad.

Trampas y desafíos de la existencia

Veo a la existencia como un gran acertijo. A veces me observo dentro de un laberinto, mi forma humana camina por pasillos que se van repitiendo, mimetizados, parecidos, me espejan caras distintas de algo que ya vi, me muestran escenas nuevas que están construidas con materiales que experimenté, que por alguna razón oculta siguen ahí. Otras veces me observo como algo etéreo que no habla, ni tiene bordes. Veo que hay algo muy grande, que pocas veces encuentra definición. Soy un aspecto de una totalidad que se transforma a sí misma a través mío. Nací para transformar algo de ese todo. Voy a morir para trascenderlo, luego de morir quizás sea otra vez vehículo. En esta existencia soy un pedazo de esa totalidad que está sanando, como la pieza de un rompecabezas. Voy encontrando partes que necesito para aprender. Todo lo que hago me encuentra con esas partes, para transformar el aspecto que soy.

Nacemos como hilos enredados a otros

Creo que nacemos para transitar una distorsión, en este plano de dualidades, donde hay luz, armonía, equilibrio y también sombra, desacuerdo, opacidad. Reconozco que mi forma humana es como un vehículo de esa distorsión, proyectándose y desplegándose, con sus lugares oscuros y sus potencialidades. Pero también distingo en mí una fuerza que ve el laberinto de la distorsión desde el vuelo del águila. Lo que hay alrededor es un espejo o una llave para diferenciar las partes. Para saber qué del camino es un engaño, qué es verdadero, qué es lo que vibra, qué está muerto. Mi corazón delimita un mapa, me va hablando a medida que doy pasos. Como pistas de una búsqueda hacia un lugar que desconozco.

Tenemos pistas diferentes, nos encontramos en el camino porque vos tenés algo que yo no veo y yo tengo algo para darte. La base de la cooperación mutua es que cada quien tiene su camino, un camino único con llaves exclusivas para descubrir su profundidad, su propio aspecto. Cada quien vive una circunstancia. Algo de lo que vivimos nos hace trizas.
Esa circunstancia está dentro de lo que llamamos realidad. Y se hace inmensa.

La trampa

La trampa es encadenarnos al engaño de la circunstancia. El engaño lleno de historias de nuestra vida, de las situaciones que la conforman y de nuestro propio registro en un cuerpo y una persona. “Soy de tal manera”, “me afecta de tal forma”, “tengo tal problema”, “me identifico con esto”. Nos atrapamos en la circunstancia, nos hace trizas.

Yo veo cielos negros, rayos huracanados. Algo que me habla, me grita, mientras sueño y cuando estoy despierta. Mi garganta le da cuerpo a mi voz para alzarla y gritar. El grito se convierte en circunstancia. Les pregunto a las estrellas detrás del cielo negro y no me saben decir.

La circunstancia es una manifestación: algo que aparentemente está “fuera” nuestro pero manifiesta la consciencia que tenemos de quiénes somos.

Mi garganta late al ritmo de una vida al borde de la locura. Veo en este aparente afuera que hay quienes levantan sus voces y quienes levantan otras. Cada quien en su opinión, construyendo barreras que ponen por delante a la razón, dejando detrás al corazón. Sé que la manifestación no está afuera realmente. Me habla de mí. Esto que me duele al “verlo afuera” me pide que lo observe desde la altura, para hacer esta pregunta: ¿para qué me sirve esto, en qué me ayuda a conocerme más?

Mi consciencia

Un susurro viene de algún lugar muy dentro mío. Es casi un silencio que toma voz lenta y calma. Un susurro que trae claridad y me despeja. La atraigo un poco más con mi respiración pausada. La escucho un poco más cuando puedo sólo sentir la vibración de mi corazón. El centro que marca el verdadero ritmo, del cual se expanden los hilos que nos unen.

El “afuera” va cambiando, como un cuadro que se desdibuja y va derramando sus colores. Cada quien “afuera” es una llave más para mí, una salida a esta nueva ser humana que vuelve al origen. Una fuente que trae amor, incluida rabia, como aspectos de lo mismo. En la profundidad de la fuente nuestros hilos se entrelazan. Nos estamos abrazando.

Algoritmo

La realidad ante los ojos es consecuencia del algoritmo al que juega el inconsciente, donde se mezclan emociones, expresiones, hechos no expresados. Lo que vemos es un juego, fruto de la proyección del inconsciente colectivo. Las circunstancias nos anclan, nos encadenan en la sucesión de registros personales, una garganta profunda que nos va comiendo la carne y el alma.

A medida que tomamos consciencia de quiénes somos, la realidad manifiesta quiénes somos, va cambiando a cada instante de silencio. Somos un vehículo, un aspecto, una parte de una totalidad. Hay algo muy profundo, requiere escucharse en calma. Una voz silenciosa que viene en ritmos, que trae llaves en cadencias. Para abrir puertas en la profundidad. Allí nos encontramos con sombras y renacemos varias veces para sanarnos, purificarnos, liberarnos. La pregunta que subyace siempre, ante cada latido, es ¿quién soy?